En cierta ocasión mientras me dirigía a impartir clase a un grupo de licenciatura, me alcanzó un compañero y me hace la siguiente pregunta:
-Oye Jorge, ¿Cómo le haces para ir a clase con esa mirada de satisfacción en tu rostro?
Entonces señalando el sol que se ocultaba tras la sierra madre oriental me dijo:
-Yo ya estoy allá, como ese sol en el ocaso.
Nos despedimos y continué mi camino hacia el aula donde me esperaban mis alumnos.
Mi amigo me hizo recordar la sentencia de Og Mandino: A veces cuando una persona muere, deberían poner una inscripción en su lápida que diga: "Murió en el año de 1980 y fue sepultado en el año 2019"
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